Joan Robinson (1903-1983) fue una
economista inglesa considerada sin duda la más importante del siglo XX. Robinson estudió
economía en Cambridge, donde cayó bajo
la influencia de Maurice Dobb, probablemente el primer académico en Gran Bretaña miembro del Partido
Comunista. Inmediatamente después de su graduación en 1925, se casó con el
economista Austin Robinson. Tras finalizar sus
estudios de Economía en Cambridge se casó y pasó tres años en la India, donde
pudo ver en persona los problemas del subdesarrollo económico y la pobreza,
problemas que nunca dejaría de lado en sus trabajos como economista. En 1931
Keynes crearía un grupo de economistas brillantes llamado el Cambridge Circus y
Joan ingresaría en este selecto grupo, contribuyendo a la exposición de
la Teoría General de Keynes. Ese mismo año
conseguiría una plaza de ayudante en la Universidad de Cambridge, En
1937, se convirtió en profesora de economía en la Universidad de Cambridge,
donde no llegaría a ser catedrática hasta 1965.
Nunca le dieron el Premio Nobel, lo que ha sido considerado uno de los más
tristes e injustos tratos deliberadamente discriminatorios. Robinson
contribuyó al apoyo y la exposición de la Teoría General de Keynes, escribiendo
sobre todo en sus consecuencias para el empleo en 1936 y 1937 tratando de
explicar la dinámica que seguía en medio de la Gran Depresión. En 1949 fue
invitada para el puesto de vicepresidenta de la Sociedad Econométrica, pero se
negó, diciendo que no podía ser parte del comité editorial de un diario que no
podía leer. Como curiosidad, al menos dos estudiantes que estudiaron bajo su
dirección han ganado el Premio Nobel de Ciencias Económicas: Amartya Sen y
Joseph Stiglitz, aunque mantuvo con ambos una relación tumultuosa debido a su temperamento.
Suya es la popular cita "El estudio de la economía no tiene por objeto la
adquisición de un conjunto de recetas preparadas para los problemas económicos,
sino aprender a no dejarse engañar por los economistas."
Los
aportes de Joan Robinson mantuvieron una dura crítica a la postura de los
modelos neoclásicos. En concreto, dicha crítica se centra en el irrealismo de
sus postulados, a los errores metodológicos y a los fallos empíricos. Quizás la
crítica más relevante que hace Robinson a la teoría neoclásica se encuentra en
su célebre artículo de 1953 “The
production funtion and the theory of capital”, que desencadenó un intenso
flujo de críticas, respuestas y contra-respuestas que llenaron las revistas más
prestigiosas de Economía. A tal polémica se le denominó “La controversia del
capital de las dos Cambridge” puesto que se centró principalmente en el
Cambridge de Inglaterra, con la propia Robinson y Piero Sraffa a la cabeza, por
un lado, y en el Masachusetts Institute of Technology (M.I.T.) en Cambridge,
Estados Unidos, con los economistas Paul Samuelson y Robert Solow. También
participaron otros economistas como Nicholas Kaldor o Luigi Pasinetti.
Sus
primeros aportes en economía en la década de los 30 fueron en el área de la competencia imperfecta, oponiendo una
variante a la tradición neoclásica-marshalliana que dicotomizaba la economía en la
competencia perfecta o el monopolio absoluto. En 1942 publicó
un ensayo sobre economía marxista intentando rescatar los aspectos
conceptuales, puramente económicos, de la obra de Karl Marx, donde advertía de los muchos indicios que había
de una teoría de la demanda efectiva, en especial por medio de la
explicación de la posibilidad de crisis por desproporcionalidad (estudiada a
través de los esquemas de reproducción simple y reproducción ampliada), en
donde Marx intentó elaborar una teoría
aparentemente en los siguientes términos: "El consumo de los
trabajadores es limitado por su pobreza, mientras que el consumo de los
capitalistas es limitado por la voracidad de capital, la cual los obliga a
acumular riqueza más bien que a disfrutar lujos. La demanda de bienes de
consumo (el producto del grupo II) se ve así restringida. Pero si la producción
de las industrias de bienes de consumo está limitada por el mercado, la demanda
de bienes de capital (grupo I) se restringe a su vez, porque el capital
constante de las industrias de bienes de consumo no crecerá lo suficientemente
rápido para absorber la producción potencial de las industrias de bienes de
capital. Así, la distribución del ingreso entre salario y plusvalía es tal que
da lugar a una tendencia crónica que lleva a una ausencia de equilibrio entre
dos grupos de industrias" (Robinson, 1942, pp.71-72)
Este aspecto de la economía de Marx incluso podría permitir
la vinculación entre su teoría de la formación de un Ejército Industrial de Reserva con la teoría de Keynes de un
desempleo involuntario. En cuanto
a su crítica a la obra de Marx, desecha por intrascendentes tanto la teoría de
valor como la Ley General de la Tasa de Ganancia Decreciente, ésta por ser
tratarse de un supuesto ad hoc insostenible lógica e históricamente, debido a
que Marx supuso una tasa de explotación constante pero al mismo tiempo una
productividad creciente.
Dentro
del planteamiento defendido por Joan Robinson, hay que destacar el papel tan significativo
que juega lo que ella denominó como “el espíritu anímico esencial” de las
empresas, como verdadero motor inicial y determinante del proceso de
acumulación y crecimiento, y que Keynes introdujo en su Teoría General como “animal
spirits”, estableciendo un papel importante sobre el multiplicador que
desarrolló su colega del Circus Richard Kahn, y que inspiraría el multiplicador
de la inversión de Keynes, deduciendo que, al contrario de la teoría ortodoxa
donde el ahorro precede a la inversión, es la inversión la que determina al
ahorro. Su
trabajo de retroalimentación académica con Keynes, Marx, Kalecki y Sraffa le
llevó asimismo a integrar en su teoría el efecto acelerador Kaleckiano, que
establecía que los beneficios dependían del gasto de los capitalistas. Así, en
su obra magna publicada en 1956 “La
acumulación del capital”, Robinson hace depender los beneficios de la
inversión y la tasa de beneficios de la relación capital-producto y de la tasa de
crecimiento del producto. Además,
Robinson introduce la diferenciación entre tiempo lógico y tiempo histórico
mediante el concepto de incertidumbre de Keynes, refiriéndose a él en los
siguientes términos “el presente es un tiempo comprendido entre un futuro
desconocido y un pasado irrevocable. Lo que ocurrirá en el futuro será
resultado de las interacciones económicas resultantes del comportamiento de los
individuos. El movimiento solo puede ser hacia delante” (Robinson, 1962, p.26),
abriendo la teoría keynesiana al largo plazo, siendo éste resultado de una
secuencia de acontecimientos producidos en el corto plazo. Si dichos
acontecimientos hubiesen transcurrido de forma diferente, el resultado final
también sería distinto. La idea de irrevocabilidad que subyace en tales palabras
además, llama la atención sobre como cualquier causa que pueda promover una
nueva situación de cambio arrastrará a la economía hacia un nuevo estado,
describiendo así un proceso inestable y evolutivo, y no un proceso estable y
predeterminado como se halla en los modelos de equilibrio general, de lo que
diría que “no fue casual que se eligiera el modelo estático; la confortadora armonía
del equilibrio respaldaba la ideología del laissez faire y la elaboración de
los argumentos nos tenía a todos tan ocupados que no teníamos tiempo para caer
en malos pensamientos” (Robinson, 1962, p.81)
Algunos trabajos que tratan las aportaciones de Robinson:
- Reseña del libro “The
provocative Joan Robinson: the making of a Cambridge economist” Revista de
Economía Crítica.
- “Guía
de lectura de Joan Robinson” de Alfons Barceló.
- “Figueras,
A. J. (2004) El centenario de Joan Robinson (1903-1983)” Revista Actualidad
Económica.
- “Bhaduri,
A. (1985) La acumulación de capital: tiempo lógico y tiempo histórico” Publicado
originariamente en el Journal Economie appliquée
- (Inglés) “Skott, P. (2004) Joan Robinson’s
contributions to the theory of economic growth” Working Paper University of
Massachusetts
Libro completo (en inglés) “Joan Robinson’s Economics”
Bill Gibson (ed.)
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